10 aniversario
de Filópolis
 
 
 
 


Kant (1724-1804) es un pensador il·lustrado alemán que se propone superar el conflicto y harmonitzar las dos filosofías dominantes en su tiempo: el racionalisme y el empirisme. Los racionalistes aceptan la existencia de ideas innatas; su procedimiento es como el de las arañas, que tejen su tela partiendo de lo que tienen dentro; para los racionalistas, la razón tiene siempre la última palabra. Los empiristas apelan sólo a los hechos puros; su procedimiento es como el de las hormigas, que recogen, sin más ni más, todo aquello que encuentran; para los empiristas, la experiencia tiene siempre la última palabra.

Según Immanuel Kant, el conocimiento se asemeja más al procedimiento de las abejas, que recogen el néctar de las flores y lo elaboran haciendo miel: una parte de nuestro conocimiento procede del exterior, la experiencia, pero aquello que lo hace posible procede del interior, la razón. La metáfora de la paloma es una figuración de esta síntesis.

 
 
   
   
La ligera paloma, en su libre vuelo, al cortar el aire la resistencia del cual siente, podría imaginarse poder volar todavía mejor en el vacío.

Así Platón, abandonando el mundo sensible, que encierra a la inteligencia en límites tan estrechos, lanzóse en alas de las ideas por el espacio vacío del entendimiento puro, sin advertir que con sus esfuerzos no adelantaba nada, fantándole punto de apoyo donde sostenerse y asegurarse para aplicar sus fuerzas en la esfera propia de la inteligencia.

KANT. Crítica de la razón pura (Introducción)
 
 
 
  El pensamiento o entendimiento (la ligera paloma) sólo progresará en el conocimiento si sus elementos subjetivos o ideas (el libre vuelo) están atados a la dura realidad sensible, es decir, están contrastados con la experiencia (resistencia del aire).

Así, aquello que nos permite avanzar, el aire, es también aquello que nos limita, la resistencia del aire. Sin el aire que nos sostiene, hay caída al vacío. El vuelo de Platón, insinúa Kant, estaba privado de contrastació empírica.

El conocimiento humano, es resultado de una interacción entre experiencia y razón. Con la experiencia obtenemos datos o elementos materiales; la razón, con sus elementos formales o a priori, estructura, interpreta y hace comprensibles estos datos. De este modo, los humanos no son receptores pasivos de estímulos que provienen del mundo, sino intérpretes activos y lo que decimos del mundo tiene mucho proyección de nosostros mismos.