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Martinez de Pisón, Ignacio
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Biografia

Obra

"Boda en el hotel Colón" dins Barcelona, un dia

Boda en el hotel Colón narra la història d'Anselmo Soler un intrús habitual dels casaments de l'Hotel Colon. La narració comença amb el banquet d'un casament dels fills de l'alta burgesia barcelonina. Anselmo soler no hi desentona gens, és admirat per les seves opinions i, fins i tot es permet el luxe de treure a ballar -trencant el protocol- a la núvia. L'Emilio, el maître, fa temps que l'ha descobert. Un dia el vavoler desemascarar però no li va sortir bé: els propis convidats se li van tirar a sobre. Tres mesos després del banquet que obre la narració en té lloc un altre, on es descobert i foragitat del local. A partir d'aquell dia l'Emilio el trobarà a faltar perquè era un personatge que donava llustre al banquet. Decidirà anar a buscar-lo un casament es veu animat per una tuna, cosa que troba de pèssim malgust. El trobarà al Restaurante Canigó on Anselmo ha seguit amb el costum d'autoconvidar-se. Emilio li proposa de tornar sota la seva protecció però Anselmo, en principi, ho rebutja. Emilio agafa el micròfon per voler-lo desenmascarar, però és ell qui és pres com un intrús. Poc temps després es tornà a veure Anselmo a les bodes de l'Hotel Colon. A la pregunta de qui era, se li responia que era tota una institució, que una boda sense Anselmo era de segona categoria.

Documentació

Article publicat a “La Vanguardia” el 12/02/2003 per José Antonio Masoliver Ródenas

Martínez de Pisón y las mujeres

En la escritura de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), tanto en sus cuentos como en sus novelas, hay una apacible convivencia de la ternura con la sordidez, de la familiaridad de lo cotidiano con lo misterioso e inquietante, de la melancolía con el humor, de la fuga con la necesidad de regresar al origen. Es, además, una escritura ajena a las corrientes dominantes, tanto de la tradición realista como de la tradición culturalista. Por todas estas razones, títulos como La ternura del dragón y Alguien te observa en secreto lo convierten en uno de los más interesantes narradores de la década de los ochenta. Carreteras secundarias confirmará, en la década de los noventa, la peculiar y atractiva naturaleza de su imaginación. Sin embargo, hay algo en Martínez de Pisón que deja al lector inquieto e insatisfecho. Cuesta definir si es indolencia (difícil en un escritor tan meticuloso) o falta de audacia, de ambición o de convicción, como si el estar al margen de las tendencias dominantes fuera más un acto de cobardía que de independencia. María Bonita resultaba tan amena como decepcionante precisamente porque representaba una especie de claudicación, una apuesta por la falta de compromiso. Cuando regresamos a sus mejores libros, seguimos encontrando el mismo interés que en la primera lectura, pero no nos abandona, no me abandona, la sensación de que Martínez de Pisón hasta ahora ha optado por ser un buen escritor más que un gran escritor. El tiempo de las mujeres viene a desmentirlo. Se trata, no me importa afirmarlo categóricamente, de su libro más ambicioso, un salto tan radical como el que dio Álvaro Pombo con El metro de platino iridiado, libro en tantos sentidos (el personaje de María, la importancia de la casa, la necesidad de anclarse en un mundo a punto de desaparecer o ya desaparecido) muy cercano, por más que, frente a la intensidad verbal y reflexiva y al humor provocativo de Pombo, Martínez de Pisón opte por un desarrollo fluido bajo el que se oculta la turbulencia. Pues uno de los aspectos más notables y originales es, precisamente, el hecho de que todas las tensiones tanto expresivas (los adelantos y retrocesos, las digresiones, el peculiar contrapunto) como culturales (la determinante presencia, sin que pueda hablarse de influencia, de libros como Emma, de Jane Austen, Por quién tocan las campanas, de Hemingway, o Lolita, de Nabokov), no alteren la sensación de sosegada linealidad. Como en Mientras agonizo, de William Faulkner, escuchamos aquí las voces (y la escritura) de tres hermanas cuya vida gira en torno al recuerdo del padre muerto y a la casa depositaria del pasado y condenada también a su desaparición. Esta técnica contrapuntística permite presenciar la distinta interpretación de unos mismos hechos: es decir, una lectura subjetiva de los datos de la realidad y al mismo tiempo una reacción psicológica. Esta fusión explica la peculiar naturaleza de su realismo. La acción ocurre en Zaragoza, pero el nombre de la ciudad no aparece en ningún momento y las descripciones afectan a lugares, generalmente interiores, sin las visiones detalladas de las novelas de corte realista. Y viajamos a pueblos cercanos a Zaragoza porque los viajes estériles y los accidentes son parte de la narrativa de Martínez de Pisón, como expresión de fugas al vacío. Y la palabra “aragonés” sólo aparece en una ocasión. A esta curiosa percepción de los espacios hay que añadir la extraña percepción del tiempo. Tenemos la sensación de que las hermanas son mujeres cuando en realidad son niñas precoces. Y tenemos la sensación de que la novela se desarrolla en un amplio marco temporal cuando en realidad todo ocurre entre 1979, cuando muere el padre, y 1983, el año de la demolición de Villa Casilda. Y, sin embargo, el transcurso temporal es importante por dos razones: marca el desarrollo físico, moral y psicológico de las tres hermanas y gira en torno a dos fechas que tienen una presencia central en el libro, el golpe de Estado o “tejerazo” del 23 de febrero de 1981 y el triunfo de los socialistas en 1982: ambos dan la dimensión política a través de algunas de las escenas más agitadas y sobrecogedoras de la novela. “El tiempo de las mujeres” es, pues, simultáneamente, una novela de amor, una novela en torno a una familia y un documento social de una época. Por supuesto, estoy simplificando porque es mucho más. Podría decirse que el principal protagonista es el padre muerto, porque esta ausencia marcará definitivamente a la joven esposa y a las jovencísimas muchachas y a la naturaleza toda de la novela, impregnada de melancolía, de infelicidad, de fatalismo: “Las estrecheces se notaban sobre todo en una inconcreta y generalizada nostalgia de ese tiempo anterior, el tiempo de papá”. Y toda la novela gira en torno a la atracción hacia ese tiempo y la búsqueda de un tiempo nuevo. Y ésta es la lucha que se da en el presente. Cada hermana tiene una personalidad distinta, y esto se refleja en lo que cada una nos dice sobre ellas y en lo que dice sobre los demás miembros de la familia. La familia es el mundo central. Pero la lucha por la independencia se consigue a través del amor o de las relaciones sexuales. Ésta es la parte más dinámica y divertida del libro. Se multiplican los personajes y las situaciones que viven con esos personajes. María es la más afectada por la muerte del padre y la que más se identifica con él, hasta el punto de que también ella será subastera y se convertirá en la amante del socio del padre, Delfín. Ella es la que descubrirá la verdadera naturaleza del padre, un embaucador, y la que se enterará de que van a perder la casa. Carlota representa la conciencia y la irresponsabilidad política, tanto cuando apoya a su marido, el facha Fernando, como cuando se afilia al partido socialista. Fernando es el carácter más negativo en esta galería de hombres casi todos ellos negativos. Como el resto de las hermanas con sus amantes, acabará abandonando al marido, aunque nunca perderá su fe en el matrimonio, “había nacido para eso, del mismo modo que María había nacido para permanecer soltera y yo para liarme con hombres casados”, nos dice Paloma. Aunque no se limita a ir con hombres casados: sale con el drogadicto César, patético personaje que morirá de una sobredosis, y con el padre de César, Ramón, al que acabará rechazando. Desde muy joven ha sido promiscua y desde muy joven ha luchado entre la fuga y la casa materna. Y pese a sus brutales experiencias, “seguiré teniendo fe en el amor”, como tiene fe en la literatura. La novela está llena de escenas marcadas por la sordidez, la ternura, el dramatismo, la tensión y el humor cercano a la farsa. Martínez de Pisón ha conseguido encerrar un mundo complejísimo tanto en las situaciones como en las consecuencias de dichas situaciones en una admirable transparencia narrativa. Ha corrido todos los riesgos y no ha fracasado en ninguno.

Article publicat a “El País” el 25-01-2003 per Isabel Obiols

Martínez de Pisón narra los secretos de tres hermanas

En su nueva novela Ignacio Martínez de Pisón cree, con António Lobo Antunes, que "un hombre estúpido es sólo eso, mientras que una mujer estúpida es algo mucho más complejo"; una ventaja, piensa, a la hora de construir "personajes memorables y vivos". Así, se ha adentrado de pleno en el universo femenino en la novela El tiempo de las mujeres (Anagrama), donde da voz a tres hermanas y, sobre todo, a los secretos que se guardan entre ellas. El tiempo de las mujeres es la novela que más trabajo ha costado a Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960). Han sido cuatro años de inmersión, en los que sólo se tomó un receso para escribir María bonita. La novela nace de una curiosidad, la que parecen suscitarle las conversaciones entre mujeres: "Las mujeres viven en un mundo hecho de secretos. Nosotros nos perdemos lo más importante de esas charlas en las que se dicen cosas que nunca se dirían ante los hombres". Martínez de Pisón empezó El tiempo de las mujeres, según contó ayer en Barcelona, con el propósito de "escribir una novela de humor" y de evitar utilizar personajes huérfanos. "Quería que las hermanas gozaran de una adolescencia y juventud normales, pero se me ocurrió la primera escena, en la que ellas y su madre van a recoger el coche de su padre, que ha muerto en una casa de putas, y como ninguna sabe conducir acaban con el coche en una acequia". Lo cierto es que muchos pasajes tienen registro humorístico, "pero están atemperados por un fondo amargo y desolado". "Supongo que es humor negro", añadió el autor de Carreteras secundarias. "La muerte del padre sitúa a las protagonistas en una posición de inferioridad respecto de la realidad. En la novela cuento cómo desarrollan las herramientas para enfrentarse a un mundo de hombres". Para dar verosimilitud a ese enfrentamiento, Martínez de Pisón ha situado la novela al final del franquismo y los primeros años de la democracia, marcados por el intento de golpe de Estado del 23-F. "En esos años se daban los primeros pasos de la equiparación entre los dos sexos". La imagen de una madre que al quedarse viuda tiene que sacarse el carnet de conducir proviene de la memoria del escritor: "Mi padre murió cuando yo tenía nueve años y ése fue uno de los primeros retos de mi madre. La recuerdo en esa lucha heroica; cómo veía el cambio de marchas como si fuera el animal más difícil de domar. En la novela hay algo de admiración por esa madre". Destino incierto El nexo de unión entre las hermanas es el hecho de tener que enfrentarse "a un destino incierto". La mayor, María, siente la responsabilidad de ejercer de cabeza de familia, y en ello acaba descubriendo ciertos secretos de un hombre que suponía de otra manera. La segunda, Carlota, vive una intensísima etapa mística y acaba buscando refugio en un matrimonio convencional. La pequeña, Paloma, es la más liberada de todas, una chica que "descubre en la literatura el manual de instrucciones para la vida". Adoptando la voz de las tres en cada uno de los sucesivos capítulos, Martínez de Pisón juega con "lo que cada una sabe de las otras y lo que sólo saben ellas". "He querido hablar de la historia secreta de una familia". El escritor explicó que para dar con el punto de vista femenino ha leído a muchas autoras. Sobre todo, a Natalia Ginzburg, "la gran escritora sobre las mujeres infelices". El objetivo final del escritor, que dice estar realizando con sus libros "catas en la historia de España", es "hablar sobre la vida". "No aspiro a imponer una estructura narrativa, sino a captar la estructura misma de la vida, que es algo bastante desestructurado". La próxima "cata" será la guerra civil, pero no en una obra de ficción, sino en un ensayo. Martínez de Pisón está preparando un libro sobre el traductor al castellano de John Dos Passos, José Robles Pazos, un hombre que, al servicio del Gobierno de la República, fue detenido y asesinado por agentes de la policía secreta soviética.

Article publicat al diari ABC el 02/02/03 per José María Pozuelo Yvancos

Después del padre

Casi tres años después de María bonita, novela bien recibida, y que confirmaba al autor de Carreteras secundarias como un valor sólido de nuestra narrativa, aparece esta entrega de Martínez de Pisón, quien, por el tiempo transcurrido y por lo que él ha declarado, le ha dedicado mucho esfuerzo. Se nota, porque la novela es amplia en extensión (es la más larga de las suyas) y tiene un entramado complejo: nada menos que una novela de formación femenina utilizando tres diferentes narradoras en primera persona. Que ese desafío lo aborde un escritor varón da cuenta su ambición. Y no cabe en ese territorio reproche alguno, porque el autor respeta el ámbito de focalización de las sucesivas historias y por tanto con un punto de vista femenino; ésa es quizá su primera y más evidente cualidad. La novela es narrada por tres hermanas, María, Carlota y Paloma, quienes ven suceder su narración en los capítulos según ese orden, tres más tres, lo que resulta quizá menos rico que si se hubiese impuesto una variación en la estructura, como hizo Almudena Grandes en Atlas de geografía humana, con la que tiene similitudes compositivas. A partir de la muerte del padre en un burdel, narra los años posteriores de esas tres hijas y de su madre, ante el doble desafío de salir adelante por ellas mismas, dada la dejadez y postración ingenua o doliente de la madre, y de crecer en los términos psicológicos, pues esos años coinciden en las tres hijas con el paso de la adolescencia a la juventud. Cada una de las tres narra la historia común de diferente modo y la suya particular a su manera, inaccesible finalmente a las otras, con lo que el tema del secreto se convierte en un leit motiv poderoso. La novela comienza con un doble registro irónico y distanciado, con rasgos y escenas humorísticas del mejor Martínez de Pisón, quien sabe contar con gracia. Después la trama camina hacia un desasosegante derrumbe de las ilusiones en cada una de las tres hermanas, porque esta novela es toda ella la historia de una progresiva ruina. Junto con la casa Villa Casilda, que es el símbolo de una infancia feliz, y con la muerte del padre finaliza no solamente esa infancia sino también la unidad de las tres hermanas en su desván-torreón, hasta vivir cada una su destino futuro independientemente de las otras. Poblando su maduración de secretos Martínez de Pisón parece querer decir que la pérdida de la infancia es la pérdida de los secretos compartidos, y el inicio de un mundo de nuevos secretos que permanecen en el corazón de cada hermana, inasequibles para las otras. Al final, el verdadero tema de la novela es la coincidencia entre maduración y soledad, y la trama va anudando un tono de melancolía, que se torna en visible desencanto y cruel dramatismo. Lo mejor del estilo es la capacidad de Martínez de Pisón para una prosa fluyente, que lo confirma como excelente narrador, a pesar de prolijidades excesivas en algunas escenas. Sale airoso del principal desafío: que la perspectivización femenina y la variación de cada foco sea creíble; para ello se sirve del fenómeno de la múltiple perspectiva que ha aprendido en los clásicos de la literatura inglesa que son su modelo. Pero se echa en falta que el personaje de Paloma carezca de una motivación más sólida que la meramente metaliteraria. Es una novela que se lee bien pero algunos lectores, sobre todo los que admiramos el modo de escribir de Martínez de Pisón, no dejamos de preguntarnos si el mundo intimista y provinciano, que es en el que se siente cómodo, no se le está quedando pequeño.

Entrevista publicada al diari “ABC”


Ignacio Martínez de Pisón: «Donde existen tensiones hay una buena historia»

Desde que Ignacio Martínez de Pisón publicó La ternura del dragón (Premio Casino de Mieres de novela corta 1984), sus obras han obtenido una muy favorable acogida por parte de lectores y crítica. Ahora, con María bonita, presenta una sugerente historia, donde los sueños naufragan en un mundo hostil.
-¿Se planteó desde el principio María bonita como novela? ¿Tiene alguna clave para desarrollar una historia en forma novelística o de cuento?
-A veces tengo la sensación de que las historias están como flotando en el aire, a la espera de encontrar al autor que está destinado a contarlas. La de María bonita surgió durante una colaboración con una amiga directora de cine, que quería que le escribiera un guión sobre una niña a la que le gustaría poder elegir a su propia madre. Pero la historia salió a mi encuentro no en forma de guión sino de novela, o más concretamente de novela corta. Generalmente basta con escribir los primeros párrafos para intuir si eso que tienes entre manos se va a convertir en un cuento, una novela corta, una novela larga... Y en los primeros párrafos de María bonita hay ya un ritmo, una tensión narrativa que quedaría como asfixiada en treinta o cuarenta páginas y demasiado diluida en doscientas cincuenta o trescientas.
-Numerosas de sus narraciones, entre ellas María bonita, están escritas en primera persona. ¿A qué obedece esta preferencia?
-Cuando tengo una historia, lo primero que busco es la voz del narrador. Encontrar esa voz es una cuestión de oído, como en la música, pero una vez que la tienes lo tienes ya casi todo. Tienes al menos un personaje central que va a dar vida a todo lo demás.
-En varias de sus obras, los narradores son masculinos. En María bonita el punto de vista es femenino. ¿Le ha supuesto alguna dificultad especial?
-Desde hace un par de años estoy escribiendo una novela larga que se titulará El tiempo de las mujeres y está narrada alternativamente por tres hermanas. Me propuse escribir esa novela al comprobar que, en efecto, mis narradores habituales eran masculinos y no había ningún motivo para no cambiar. Interrumpí la redacción de El tiempo de las mujeres para escribir María bonita, y para entonces creo que ya me había ejercitado bastante en la búsqueda de voces femeninas. Por eso, encontrar la voz de María me resultó relativamente sencillo.
-En su última novela reaparecen complejas relaciones familiares. ¿La familia es un ámbito privilegiado para explorarlo literariamente?
-La familia es el ámbito de la tragedia. De hecho, las tragedias clásicas son siempre historias de familia. ¿Quién se libra de tener, aunque sólo sea por un tiempo, una relación tormentosa con sus padres o sus hijos? Por debajo de la fuerza de los afectos y los lazos de sangre, las familias acaban tejiendo una tupida red de tensiones de las que ninguno de sus miembros puede escapar. Y donde existen tensiones es casi seguro que pueda haber una buena historia.
-Hace un tiempo declaró que una vida feliz no le ofrecía interés literario. Creo que sigue pensando lo mismo...
-María bonita es, de hecho, una novela sobre la felicidad. O más bien sobre la dificultad de realizar nuestros sueños de felicidad. La felicidad es un invento relativamente reciente, de mediados del siglo XIX. Madame Bovary se creía con derecho a ser feliz y exigirle a la vida una segunda oportunidad. ¿Cuántas mujeres antes de ella podían siquiera plantearse la posibilidad de hacer lo mismo? Durante siglos y siglos, el derecho a ser feliz era algo inimaginable: se vivía en una especie de resignado fatalismo. Ahora, por el contrario, ese derecho se ha universalizado. La historia de María es la de una niña pobre que se cree con derecho a ser feliz e inevitablemente acabará chocando contra la realidad.
-Muchos de sus personajes adolescentes y niños son, como María, crueles y comprensivos a un tiempo. ¿Le parece esto un rasgo típico de la infancia?
-El niño es egoísta por naturaleza. El adolescente lo sería si tuviera más claro cuál es su ego. Y esa crueldad puede no ser sino la consecuencia de un egoísmo insatisfecho. Pero éstos son sólo algunos de los rasgos que acaban formando la personalidad de esos personajes, de María en este caso.
-Pese a ser la más «antipática» de la historia, la madre de María es un personaje lleno de claroscuros...
-En el fondo, María bonita tiene mucho de cuento infantil, una Cenicienta vuelta del revés, y la madre de la niña vendría a ser como una bruja de cuento. Frente a ella está la tía Amalia, a la que María ve como una especie de hada madrina. La madre es la España siniestra de la posguerra, la de la miseria, el miedo, el resentimiento, pero si sólo fuera esto sería un personaje demasiado lineal. Por eso al final acabo redimiéndola. La tía, por su parte, es mundana, distinguida, alegre, sin prejuicios, lo que entonces se llamaba una mujer sofisticada: un personaje como el suyo difícilmente podía encajar en la España de finales de los sesenta y principios de los setenta. Por eso se encuentra del otro lado de la ley: es una estafadora, lo que a los ojos de María la hace aparecer definitivamente irresistible.
-«La vida -dice María- era como esos muebles que mantienen un aspecto robusto aunque por dentro están devorados por la termita». ¿Lucha María contra esa termita?
-María va descubriendo el mundo de los adultos a través de los secretos que va conociendo de ellos. De hecho, esa parte secreta de las personas es la que realmente las define. Esto lo comprenderá cuando ella misma tenga también un secreto que ocultar: su vida al lado de la tía Amalia.
-Como otros personajes suyos, María sufre pero sin estridencias. Y el mundo de los sentimientos se refleja de manera contenida. ¿Busca un cierto distanciamiento?
-Por encima de todo me considero un narrador, y creo que un narrador no debe renunciar a emocionar. De hecho, con mis cuentos y novelas busco transmitir precisamente emociones. Pero cuando entran en juego los sentimientos, se puede correr el riesgo de caer en la afectación o la cursilería. Ese distanciamiento, que a veces tiene algo de sequedad, es la mejor vacuna contra la cursilería. Intento recrear emociones como si hiciera tiempo que las hubiera experimentado y hubiera conseguido librarme de ellas.
-En la línea de algunas otras de sus obras, María bonita es una «novela de aprendizaje»...
-Me gusta coger a los personajes en los momentos de crisis, en esos momentos en los que sus vidas dan un vuelco. Me gusta que los protagonistas de mis historias se transformen a lo largo de la novela, que al final del libro se hayan convertido en unos seres completamente diferentes de los que el lector ha conocido en las primeras páginas. Si una historia no es lo suficientemente vigorosa como para cambiar de ese modo a su protagonista, ¿vale la pena tomarse la molestia de intentar contarla?
-¿Cómo fue su experiencia al escribir el guión de Carreteras secundarias? ¿La repetiría con María bonita?
-Nunca me he negado a admitir influencias procedentes no de la literatura sino del cine. Mis historias, de hecho, son eminentemente visuales, y la adaptación de Carreteras secundarias tuvo algo de traducción a la inversa, como si estuviera restituyendo la historia al idioma en el que se había creado. Con María bonita supongo que ocurriría algo parecido, pero la novela más cinematográfica de todas las mías no es ésta, sino una novela juvenil titulada Una guerra africana. Ésa la escribí imaginando directamente la película que podría salir de ahí. Lo malo es que la escribí imaginando que su director podría ser John Ford, y eso me temo que ya no es posible.

Entrevista realitzada a Ignacio Martínez de Pisón per Quim Arana al diari “Avui” el 26/10/00.


Definitivament instal·lat en el territori de la novel·la, Ignacio Martínez de Pisón torna amb María bonita (Anagrama), després del viatge de Carreteras secundarias. Títol de cançó per a una història de dones que té forma de conte de fades i que es tanca com un petit drama. El destí sembla/és invencible i només la literatura esmorteeix la cruesa de les realitats. María bonita és la història de tres dones que viuen entre dos mons. El nexe d’unió entre ambdues, entre les dues dones grans, les germanastres Amalia i Encarna, és la filla de la segona, María, a la qual la primera compara amb la noia de la cançó d’Agustín Lara. Torna així Martínez de Pisón (Saragossa, 1960) al món de la relació entre pare i fill (especialment, Carreteras secundarias), que en aquest cas és entre mare i filla, primera vegada en què l’home Ignacio es posa en la pell i la veu d’una dona, avançament, que anuncia, de la novel·la en què treballa: El tiempo de las mujeres. Hi ha tornat amb forma de conte de fades. Mentre dura, el món sembla d’una bellesa inimaginable, irreal, com són tots els contes. Quan les princeses ensopeguen amb la realitat, les devora. Viatge d’adolescent també, en una novel.la més estàtica que Carreteras..., María bonita permet afirmar que Martínez de Pisón té un discurs narratiu amb dues claus. El que construeix en cada llibre, amb una estètica personal perfectament identificable que es fa llibre a llibre, i el paisatge moral, humà i històric que perfila el conjunt dels seus relats i
les seves novel·les.

Q.A. ¿María bonita és l’altra cara de Carreteras secundarias?
I.M.P. Sí, hi té molt a veure. No només amb Carreteras secundarias, sinó també amb altres llibres meus. És a dir, abans de Carreteras secundarias havia escrit un llibre de contes, El fin de los buenos tiempos, en què pares i fills eren el tema central de les històries. Els personatges principals de Carreteras secundarias eren un pare i un fill i ara són una mare i una filla.
Q.A. ¿Canvi de sexe però la mateixa dèria, doncs?
I.M.P. Sí. Pràcticament, les mateixes dèries de família.
Q.A. Amb una mare que, de fet, és una tia: la mare desitjada de la petita María.
I.M.P. Amalia és la mare ideal, davant la mare real de la noia.
Q.A. La seva novel.la no és cap novel·la, és un conte, però.
I.M.P. Sí. Girat de l’inrevés. Perquè María viu, de fet, dues vides: per una banda, la de la seva realitat quotidiana, i després es pot transformar, una mica com la Ventafocs. La mare ocupa el lloc de la bruixa i l’Amalia seria la fada.
Q.A. ¿Els elements de conte condicionen el to de la narració?
I.M.P. Inevitable i fins i tot lògic. El punt de vista de la noia està determinat per aquest somni infantil i per això la relació que té amb la realitat és ambigua. Si t’hi fixes, crec que María bonita no és una novel·la realista. No apareix l’Espanya de l’època.
Q.A. N’hi ha trets, però, que sí que la mostren. La peripècia del pare, les pel·lícules de Marisol...
I.M.P. Bé, Marisol és l’altre model de Ventafocs. Sí, però, a banda d’aquests detalls, el que jo pretenia era presentar una realitat molt més estilitzada, deformada pel punt de vista de María.
Q.A. Sempre m’ha fet l’efecte que vostè és el narrador, per excel.lència, del final del franquisme: Seixanta i molts, setanta i pocs.
I.M.P. Potser sí, però és una qüestió d’atmosfera de fi de règim. En Carreteras secundarias i en La ternura del Dragón hi ha aquesta atmosfera. Però, hi insisteixo, les circumstàncies històriques són un teló de fons que, en realitat, no intervé gaire en la història amb minúscules.
Q.A. D’acord. Però encara que no sigui el seu interès central, sí que aquesta presència cobra rellevància en el conjunt dels seus llibres.
I.M.P. No et dic que no, però aquí volia esquivar el risc de fer una novel·la realista.
Q.A. Per què?
I.M.P. Mai no en vaig tenir la temptació. Al trobar una veu, la de la noia, que volia una mica allunyada de la realitat, tot el context històric queda com a decorat. I potser l’Espanya de les meves novel.les la reconeixes com a tal, però crec que té també l’ambient de país forà. És Espanya, perquè ho és, però no la que hem conegut.
Q.A. Una mica l’Espanya de revista ¡Hola!, amb glamur dels 60.
I.M.P. Però, de glamur, aleshores no n’hi havia.
Q.A. Només la presumpta cort, cort fantasma d’Estoril.
I.M.P. És clar, així podia contraposar elements. De la misèria de la noia, o de la seva escassetat, la trista vida d’ella i de la seva família, a l’esplendorositat, la mundanitat del regne d’Amalia, que té una brillantor que la noia no podia ni somiar.
Q.A. Un factor d’idealització, només.
I.M.P. Però d’un món fals, perquè tot és cartró pedra. Començant per la cort de don Joan, perquè ni és rei ni ho serà mai. Tot està agafat per uns fils que es poden trencar en qualsevol moment.
Q.A. A què es dedicava vostè entre 1969 i 1972, l’època de la novel.la?
I.M.P. L’any 1969 vivia a Logronyo, on el meu pare era militar. I l’any 70 el van traslladar a Saragossa, d’on és ma mare i on jo vaig néixer. Però no té res a veure la meva història amb la història de María, tot i que ella, com els personatges de La ternura del Dragón i Carreteras, són tots de la meva edat. Però res a veure amb mi. Fins i tot, en aquella època jo mai havia estat a Madrid.
Q.A. Com l’ha refet, doncs?
I.M.P. A partir de testimonis de l’època, de gent. Per exemple, en una primera versió parlava de l’estació de Chamartín. Després vaig descobrir que aleshores encara no hi era. Jo tampoc no tenia ni idea de la cort d’Estoril. El que passa és que en un conte de princeses no hi pot faltar el rei. Fins i tot aquesta cort descabalada i ronyosa de don Joan em semblava necessària per donar al text aquest to de conte infantil.
Q.A. ¿S’ha mogut conscientment en el terreny del conte infantil?
I.M.P. Volia que la història en tingués unes claus, però no volia que la forma fos de conte. Només alguns elements.
Q.A. Per què?
I.M.P. Perquè volia que, tot plegat, fos una novel·la. La noia, que creu que la seva vida s’assembla a la de Marisol a Un rayo de luz, amb part de proletariat i part d’aristocràcia cosmopolita, experimenta la mateixa dualitat de pertinença a una classe i a una altra. Primer element, una mica com en les novel·les clàssiques del XIX, com Oliver Twist, la mare del qual era de família amb diners. Un altre element el trobes en el fet que Encarna, la mare de María, i Amalia, la seva tia, són germanastres: no es parlen, les germanastres no tenen mai bones relacions, un conte tradicional dels germans Grim.
Q.A. Quin és el seu discurs sobre la novel.la?
I.M.P. Cap novel·lista ho acostuma a dir, perquè potser se’n trauria mèrits, però jo em considero un narrador d’estirp clàssica, narrador tradicional, que té gust per explicar bé bones històries. El meu objectiu és... És a dir, crec que hi ha històries que, una mica, estan buscant el seu escriptor.
Q.A. Bé, però és l’escriptor qui busca les històries...
I.M.P. En el cas de María bonita l’origen és l’ajuda que em demana una directora de cine per escriure un guió. Allò va quedar en no res, però la pregunta de la qual va sorgir la seva proposta va quedar allà, esperant.
Q.A. Quina pregunta era?
I.M.P. Per què una noia no pot escollir la seva família? A partir d’aquest somni infantil, universal, neix la idea.
Q.A. ¿Vostè hauria volgut triar la seva família?
I.M.P. Bé, crec que qualsevol nen, en un moment concret, vol canviar el seu origen, els seus pares, les circumstàncies del seu naixement, la ciutat en què ha crescut.
Q.A. Hi ha fatalisme a la novel·la, que en nega la possibilitat...
I.M.P. El que traspua tot això és ¿per què els somnis infantils mai no es poden complir?
Q.A. Per què?
I.M.P. Perquè són això, somnis que mai es compleixen.
Q.A. I els d’adult?
I.M.P. Em fa l’efecte que quan ets adult ja no tens somnis tan vigorosos com els infantils. Un ja no es fa il·lusions de canviar de vida radicalment. Encara que després sí que hi ha somnis que es puguin fer realitat.
Q.A. Somiava a ser escriptor?
I.M.P. No. Somiava a ser director de cine. Però fixa-t’hi, vaig acabar treballant-hi, ni que sigui com a guionista de la pel·lícula que es va fer a partir de Carreteras secundarias.
Q.A. ¿Si no ho volia, com és que va acabar sent escriptor?
I.M.P. En realitat, jugava a ser guionista, director de cine, quan tenia 12 anys. Quan feia la carrera a Saragossa, i després a Barcelona, em vaig adonar que podia explicar històries, no per filmar-les, sinó per escriure-les com un narrador més.
Q.A. Marcos Ordóñez diu una cosa semblant: que ell escriu novel·les com si fes pel·lícules i així pot ser guionista, productor i director.
I.M.P. Sí, així no haig de passar comptes amb ningú. La història és teva...
Q.A. Bé, també ha de passar comptes amb el públic, la crítica.
I.M.P. Després, abans no. Mentre escrius ets una mena de petit déu que mous els teus personatges com vols. Vaig veure, doncs, que el més senzill era inventar històries i escriure-les i em vaig quedar en això, no-vel·lista, narrador. I no hi havia pensat mai.
Q.A. ¿Un director de cine frustrat, doncs?
I.M.P. No, no. És veritat que, al principi, el cine m’interessava molt més que la literatura.
Q.A. Vostè pot viure de la literatura?
I.M.P. Jo visc de l’articulisme; pràcticament, de fer crítiques; que mai n’havia volgut fer.
Q.A. Per què?
I.M.P. Perquè em semblava que la meva opinió sobre els llibres dels altres no tindria mai cap interès. És a dir, ¿qui era jo per esmenar-li la plana a ningú? Durant molt temps m’hi vaig resitir, després en feia de tant en tant, i ara cada setmana.
Q.A. No li causa problemes, però?
I.M.P. Té les seves virtuts. Això t’obliga a pensar en novel·les que en altres circumstàncies hauries deixat a les 30 o 40 pàgines, i t’obliga a esbrinar per què aquella novel·la no t’agrada. Has de bucar els defectes de les obres dels altres.
Q.A. Quines són les virtuts i els defectes de María bonita?
I.M.P. Puc dir-te virtuts, però no me’n demanis defectes. Potser d’aquí a un temps els sabré.
Q.A. Les virtuts de María bonita?
I.M.P. Una novel·la en què he intentat transmetre una emoció. A banda que he intentat que es llegeixi bé, cosa que sembla que no ha agradat, perquè l’altre dia en una crítica ja em posaven a parir. Semblava que li havia molestat el fet que la novel·la fos entretinguda.
Q.A. Ho haurien de ser...
I.M.P. Jo també ho crec.
Q.A. Com encaixa les crítiques dolentes un crític?
I.M.P. No és la primera, però. Tots els llibres tenen un parell de crítiques dures. Les encaixes amb ofici. Saps que et tocarà, tindràs una quota de mala crítica. I també de bones; que no t’hauràs de creure tampoc.
Q.A. Què voldria que diguessin de María bonita?
I.M.P. Que és una història maca, ben escrita. Hi ha molts novel·listes a Espanya que volen ser Kafka o Joyce, i jo no vull ser-ho. Jo vull ser, per exemple, Graham Greene, un bon narrador que no aspiro necessàriament a revolucionar la literatura mundial ni l’espanyola.
Q.A. ¿Falta d’ambició literària, voluntat estètica?
I.M.P. No. Jo intento escriure els llibres que m’agradaria poder llegir, els llibre dels narradors de raça.
Q.A. Per exemple?
I.M.P. Eh... El que passa és que també m’agraden molt els llibres que mai no intentaria escriure: literatura metaliterària. Per exemple, ara acabo de llegir un llibre de Ricardo Piglia que em sembla esplèndid.
Q.A. Sí, Formas breves.
I.M.P. I Prisión perpetua també. El llegeixes i t’adones que és un escriptor acollonant. És el novel·lista que jo voldria ser? Doncs no n’estic segur. Jo parlo de narradors com Natalia Ginsburg, Capote, Mercè Rodoreda, et parlo del tronc de la tradició narrativa del segle, de la gent que ha fet que la novel·la sigui viva. El que passa és que hi ha molta gent que no hi creu, en la novel·la.
Q.A. Però després en surt una, dues o tres en un any que fan que la teoria cíclica de la crísi de la novel.la quedi desballestada.
I.M.P. Exacte. El que passa és que el novel·lista és insegur i del primer que dubta és del material amb què treballa o de la bastida a la qual està enfilat.
Q.A. Vostè dubta molt mentre escriu?
I.M.P. L’única certesa que tinc és que m’agrada explicar històries. Hi ha com una mena de plaer secular que és que a tothom li agrada que li contin tota mena d’històries. Aquesta és l’única seguretat que tinc; la resta són inseguretats. Però és suficient per posar-m’hi.

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Ignacio Martínez de Pison

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